Debutaron en 2019 con su primer trabajo discográfico «Noches de nadie», con el que mostraron sus primeras cartas. Aunque si bien es cierto que la pandemia les pilló por medio. Cuatro años después, Arlanda han vuelto a hacer magia con un segundo álbum mucho más potente y enérgico, mucho más ellos. Y es que hace apenas un par de semanas, llegó a nuestras vidas «El Alud». Un disco conceptual, con el que los barceloneses pretenden seguir dando mucha guerra. Tanta, que ya han anunciado fechas en Madrid, Zaragoza y Barcelona. Hace algunos días, charlamos largo y tendido con Joan Marc Rodera, vocalista de la formación. Esto es lo que nos contó al respecto sobre este prometedor proyecto.
Antes de nada, daros las gracias por pasar por Verdadera Locura y permitirnos conocer el proyecto de Arlanda desde dentro. Más ahora, que acabáis de publicar vuestro álbum «El Alud». ¿Cómo nace?
Joan Marc. Este álbum ha tenido un proceso de creación bastante lento. De hecho, el primer single «El Alud», lo publicamos en septiembre de 2022. Es un tema que teníamos ya compuesto y que tocábamos en conciertos desde hacía tiempo. La verdad es que se nos juntó un poco todo, porque el primer trabajo discográfico lo lanzamos en 2019, pero nos pilló la pandemia de por medio, así que no lo presentamos en directo hasta 2021, cuando ya habíamos empezado a componer cosas nuevas.
En esa testitura, teníamos la duda de si volver a hacer un disco conceptual, que girara alrededor de un asunto concreto o hacer singles sueltos, pero somos muy noventeros, así que nos decantamos por la primera idea. Así como ya teníamos «El Alud» y un par de temas más hechos, decidimos crear la historia de Aike y Nain. Eran dos chicas que se conocían en un concierto y diez años después, para celebrarlo, se iban a las montañas y morían a causa de un alud, aunque ellas no lo sabían. La verdad es que nos vino perfecto, porque las tres canciones encajaban a la perfección, aunque inicialmente no estaban pensadas para ello. Así que como el relato empezó a escribirse así solo, dejamos que creciera, dándole también forma y una parte visual que fuera acorde. Estamos muy contrntos con el resultado, la verdad.
Justo te iba a preguntar cómo vivisteis vosotros todo el proceso creativo y cómo ha sido crear un álbum conceptual, dándole voz a la historia de Aike y Naín.
J.M. En este proceso, cada uno tiene su parte. Está Gus, que ya no está con nosotros en la banda, pero que sí ha compuesto las letras de todos los temas y es quien también compuso el primer disco. Entonces de eso sí que se encargó más él, aunque nosotros fuimos retocando cosas. Luego las canciones fueron creciendo a base de traerlas al local de ensayo e ir probando cosas. Lo primero que tienes, suele ser a guitarra acústica y voz. Así que a partir de ahí, le vas metiendo guitarra eléctrica, bajo y batería, teniendo en cuenta las influencias de cada uno. Este disco sí que se nota más la madurez y teniendo claro cómo nos gusta a nosotros tocar, especialmente en directo, que es para lo que está pensado. Porque en el primero, no había una banda formada como tal. Este es mucho más potente, las guitarras son más afiladas, las líneas de bajo están más marcadas.
De hecho, hay un par de temas en este disco, que cuando los estuvimos preparando para grabar, fue el impasse que marcharon Gus y Xavi, hasta que entraron Arnau y Pau. Así que, en ese momento, ensayábamos sin batería. Nos tocaba poner una batería secuenciada de YouTube para poder tirar, aunque no tuviera nada que ver con lo que queríamos o con lo que sería después. Así que esa parte del proceso creativo, fue divertida, porque te tenías que imaginar cómo sería, al menos hasta poder llegar al estudio de grabación. Pero claro, al final, entre unas cosas y otras, hemos estado un año y medio creando este disco. Pero creo que ha quedado muy completo.
Hablando un poco de las influencias, musicales y letrísticas, y teniendo en cuenta que «El Alud» es un disco mucho más compacto y potente, ¿en qué os habéis inspirado y cómo ha sido bajar todas esas ideas a tierra?
J.M. Al final, todo pasa por hacer un gran ejercicio de escucha de otros referentes y muy prueba-error en el local, hasta que dábamos con la tecla de lo que queríamos. Aunque sí que es verdad que, desde el inicio, teníamos claro que queríamos temas que estuvieran más enfocados al directo y que tuvieran ese toque más festivalero. Porque veíamos que era lo que más calaba en los conciertos y lo que más disfrutábamos nosotros también: veíamos que la gente se venía arriba y nosotros lo hacíamos con ellos. Pero claro, ¿qué buscamos y a quién quieres parecerte? Sí que es verdad que yo tiro más por la escena indie nacional, pero en este caso, apostamos más por la internacional. Así que, inevitablemente, pillamos como referencias a Franz Ferdinand y The Strokes, por el tipo de guitarras y por las líneas de bajo. Al final, es un rollo como bastante más fiestero y festivalero, aunque ahora haya una tendencia más punk dentro del indie nacional. Pero si te fijas en el primer disco, las referencias sí que eran más Second o Viva Suecia. Era un disco más pausado. En este, a excepción de «Balada», el resto de temas son mucho más cañeros.
En cuanto a la grabación y producción, habéis currado con Valen Nieto y Marc Cros. ¿Cómo fue el trabajo con ellos?
J.M. Con Valen y Marc ya trabajamos en el primer disco y hay mucha confianza con ellos. Además, nos encanta cómo trabajan, porque se involucran mucho en el proyecto. No fue un proceso de ir, grabar, producir y ya está. Es que, de hecho, Valen se pasó por el local de ensayo unos días antes de entrar en el estudio, que lo tenemos justo al lado, para poder pulir detalles. Sí que es verdad que también nos mete mucha caña a la hora de grabar y producir, que no tiene miedo a echarte cosas para atrás si no las ve claras. Entonces en ese punto, tú también tienes que saber ceder un poco, porque aunque los temas sean tuyos, le estás pagando a una persona que sabe y controla mejor su trabajo. Que, al final, está para ayudarte, asesorarte y aportarte. Así que sí, en este punto, tienes que saber dejar de lado el ego y dejarte aconsejar. En definitiva, ha ido muy bien. Excepto en «Mucho», que fue más caótico, eran temas que teníamos bastante claros, así que nos centramos en buscar el sonido.
Mencionabas al inicio que la parte más visual de «El Alud» estaba también muy bien pensada e hilada. ¿Cómo ha surgido el concepto artístico alrededor de las propias canciones?
J.M. Este punto fue un poco capricho mío, en realidad [risas]. Para mí, dentro del indie, hay un disco que por antonomasia es «el disco conceptual», que es «1999» de Love Of Lesbian. Así que el modelo a seguir era ese: crear una historia, que tuviera unos personajes con los que puedas empatizar, que te la hagas tuya y que te vaya poniendo nervioso conforme pasa. Más en este caso, que fuimos lanzando el disco single a single, y prácticamente hasta el tercero, no explicamos que las chicas estaban muertas. Sí que hubo bastantes reacciones de la gente diciendo: «pero no, ¿por qué?» cuando vieron el videoclip de «Todo está bien». Y a nosotros nos pareció muy guay que se lo hicieran tan suyo y conectaran de esa manera.
Sí que es verdad que, inicialmente, los nombres de Aike y Nain se escogieron porque eran dos nombres unisex. Lo hicimos con la idea de que cada persona, en su imaginario, se montara su propia historia. Pero conforme fuimos desarrollándola y se fueron atando muchos cabos, quisimos personalizarlo mucho más, especialmente con la llegada de los videoclips. Porque siempre es más fácil empatizar cuando pones cara y visualizas a los personajes.
Así que decidimos tirar por aquí y contar el relato desde diferentes puntos de vista. Por un lado, por el de las propias canciones. Por otro, desde los videoclips. Pero también desde las portadas en sí, en concreto, de los cinco primeros adelantos, en las que jugamos mucho con las telas, ya que es lo que identifica el mundo real del imaginario, una vez ellas mueren. Quisimos atarlo lo máximo posible, la verdad. Además, tuvimos la suerte de encontrar a Brian Zaragoza. Le encantó la idea, de hecho, y a nosotros nos gustó mucho que fuera la misma persona quien se encargara de todo. Estamos muy contentos, la verdad, porque al final conseguimos lo que queríamos. Que estuviera todo hilado y que, incluso, hubiera guiños entre sí en cada parte de este proceso.
Ahora con el disco ya en la calle y poniendo la vista en los tres conciertos que tenéis confirmados en Madrid, Zaragoza y Barcelona, ¿cómo os sentís y cómo os preparáis estos directos?.
J.M. Pues la verdad es que tenemos muchas ganas. En Madrid y Zaragoza, tenemos conciertos a dos bandas, en los que actuaremos como máximo una hora. Así que la idea es presentar el disco a saco allí, pero sin dar de lado a los hits del primer álbum. Sí que ha habido discusión interna para ver qué entraba y qué no, para adaptar el setlist [risas]. A mí, por ejemplo, me costó mucho sacar «El rescate», que es mi canción favorita del primer disco. Pero bueno, una vez hecho esto, sí que nos hemos centrado mucho en que los bolos sean compactos, que no te quedes con la sensación de que se están tocando canciones y ya está, si no que tenga todo un sentido. Otra cosa que estamos trabajando también mucho, porque estamos todos muy de acuerdo, es que no suene igual que el disco y que te puedas sorprender.
Luego está el concierto de Barcelona, que sí que será diferente a los otros dos. Nos apetecía mucho hacerlo a todos, porque este sí que será un concierto nuestro, un concierto largo, aprovechando que estaremos en casa. Es la primera vez que lo haremos, hasta ahora es que tampoco tenía mucho sentido, porque sólo teníamos un álbum y ya tenía cuatro años de vida. Así que ahora, con «El alud» fuera, hemos visto que era el momento ideal. Porque con los dos trabajos discográficos, sí que podemos marcarnos un buen bolo de presentación, que hora y media. Que sea potente y que esté lo suficientemente trabajado.
Hay una pregunta que me gusta mucho hacer y es, mirando con retrospectiva, ¿qué le dirías a los Arlanda que debutaron en 2019 con su primer álbum?
J.M. ¡Uf, muchas cosas! [risas]. No sé, porque también está el tema de que pillamos todo el COVID de por medio. Supongo que hacer las cosas con más calma. Porque con el primer disco, ninguno teníamos idea de cómo funcionaba la industria de la música. Entonces grabamos un álbum de doce temas y lo colgamos en Spotify, y ya está. Y quizás sí que nos deberíamos haber mirado antes cómo funcionaba todo, haber lanzado un par de single antes, promocionarlos. Pensamos, «ya lo escuchará la gente». Pero claro, ¿cómo lo van a escuchar si no le has dicho nada a nadie? Deberíamos haber invertido un par de meses en hacer lo que estamos haciendo ahora con «El Alud», por ejemplo. Así que sí, lo que les diría es eso. Porque invertimos bastante tiempo en ello, no nos iba a venir de un mes o dos más, la verdad.
Quedan dos preguntas, que son con las que me gusta acabar siempre. La primera de ellas es, ¿qué canción de «El Alud» identifica mejor el momento en el que estáis como banda y por qué?
J.M. «La esquina del cielo», creo. Porque estamos todos enchochadísimos con ella [risas]. Es que es una canción muy potente y con garra, que en el momento en el que la tocas, la vives muchísimo. Es un tema muy revolucionado de tempo, de guitarras, al final hay incluso dos baterías al mismo tiempo. Es una puta locura de tema y a todos nos encanta. De hecho, en el bolo de Sidecar grabamos videoclip en directo y lo publicaremos en breves. Y es que sólo hay que vernos las caras para saber cómo lo vivimos. Incluso en los ensayos, esté como esté en el setlist, siempre lo dejamos para el final, para poder irnos con un buen cuerpo.
«Entrañas» es otro tema que, por ejemplo, a mí también me gusta mucho, es como muy mío. Pero eso ya es a nivel personal. A nivel banda, «La esquina del cielo» es indispensable.
Por acabar y por conectar de alguna manera con el nombre de la página, ¿cuál es la Verdadera Locura que habéis cometido por la música?
J.M. Ostras, qué pregunta más jodida, ¿no? Pues mira, nos pasó una cosa como banda, que queríamos hacer sí o sí, pero terminó saliendo mal. Hubo un fin de semana que cerramos conciertos en Valladolid y Salamanca. El de Salamanca, lo compartíamos con otra banda y cuando fuimos para allá, llevábamos sólo una entrada vendida, así que lo terminamos aplazando porque el otro grupo no lo veía muy claro. Así que nos fuimos para Valladolid. Creo que el concierto en el que menos gente hemos tenido, pero nos lo pasamos genial y en la sala nos trataron de maravilla. Esa fue la primera parte de la locura, el irte a un bolo en el que sabes que vas a palmar pasta, pero daba igual porque había personas que venían a vernos.
El punto está en que, a la vuelta, nos empeñamos en que el concierto de Salamanca saliera sí o sí. Así que programamos una segunda fecha. Pasa el tiempo y resulta que el cambio, terminó coincidiendo con la final de la Champions: el Real Madrid contra el Liverpool. En Salamanca, que viven mucho el fútbol. De hecho, ese mismo día tocaba Estopa también y retrasaron el concierto a propósito. O sea que si se rajaban ellos [risas]. Total, que nos llamó el dueño de la sala para avisarnos y para decirnos que nos quería aplazar el bolo, porque él también quería ver el partido. Así que bueno, accedimos y pusimos una tercera fecha en la ciudad. Habíamos vendido muy pocas entradas, pero estábamos ya con las ganas de hacer el concierto. El día de antes del bolo, nos llama la otra banda con la que íbamos a compartir escenario: habían tenido un accidente y no sabían si iban a poder tocar. Y fue como: ¿en serio, no nos pueden pasar más cosas? Pero bueno, nosotros seguimos para adelante y el día del concierto por la mañana, cuando íbamos a arrancar el coche para ir hacia allá, se rompe la barra de la dirección y nos quedamos sin furgo. Al final, lo tuvimos que cancelar definitivamente. Ahora estamos con la broma de que no vamos a ir a Salamanca hasta que no seamos Viva Suecia [risas].