Descubrí al “rey de las cosas pequeñas” hace unos años en El Hormiguero. Pero lo cierto es que en el programa tan solo vi su faceta de mago. Pero, ¿y qué hay del Luis Piedrahita monologuista? Nunca antes había escuchado monólogos y creo que este, tan solo será el primero.
Nada más entrar al Teatro Castelar, una caja de cartón ocupaba el centro del escenario. El público se agolpaba en las escaleras para hacer sus preguntas, sugerencias y opiniones. Mientras tanto, Luis Piedrahita hablaba de fondo, interactuando a su manera con todos aquellos que se encontraban escribiendo. En cierto modo, el espectáculo ya había comenzado. Tras la salida de Luis, el teatro se llenó de aplausos. Ahora sí que empezaba el monólogo.
“El rey de las cosas pequeñas”. Nombre ideal para el monologuista, que aprovecha temas sencillos, comunes para realizar sus espectáculos. Piedrahita habló de los tatuajes, para lo que pidió la opinión de la gente. Dibujos que iban desde letras de canciones a frases en chino, sin olvidarnos de las ambiguas menciones sobre los tatuajes sobre medusas. Cambiando de tercio, el humorista no obvió el tema de la conducción. Una oda a esas señales de tráfico que nadie sabe para qué sirven, y un merecido homenaje a las dificultades que tenemos al aparcar y a esas personas que con una exacerbada gesticulación intentan ayudarte a hacerlo. Y todo girando alrededor de la eterna pregunta: ¿quién inventa los villancicos?
Por supuesto, las inquietudes de los espectadores fueron leídas por el humorista. Peticiones de admiraciones y multitud de preguntas sin respuesta. Al final, Luis Piedrahita terminó mostrando su faceta de mago, gracias a la aportación de una de las personas del público, que colocó estratégicamente una baraja de póker en la caja. Un truco imposible de adivinar, que arrancó los aplausos de la gente.
Un gran espectáculo, de un gran monologuista, que a la salida del teatro posó pacientemente con los asistentes que estuvieron esperándolo. Sin duda, con el monólogo El castellano es un idioma loable, lo hable quien lo hable, las risas están completamente aseguradas.
Y vosotros, ¿sabéis quién se inventa las letras de los villancicos?