Llegar un martes a la universidad, saber que vas a dar 4 horas de castellano y pensar: «Esto va a ser horrible»; y más cuando te enteras de que van a poner una película en blanco y negro. Sin embargo, al final descubres que 12 hombres sin piedad es una gran obra.
Pongámonos en situación: un juicio por homicidio. Doce hombres han de determinar la inocencia o culpabilidad de un joven, acusado de asesinar a su padre. Las pruebas son muy evidentes: el chico es culpable. Por este motivo, once de los doce hombres del jurado quieren llevarlo a la silla eléctrica. Pero, ¿de verdad las pruebas están tan claras? Para el miembro número ocho (Henry Fonda), no. En ningún momento dice estar seguro de la inocencia del joven, pero sí que demuestra su capacidad de análisis.

«Si no cree al muchacho, ¿por qué cree a la mujer? Son los dos de la misma calaña».